“Un día terminaré escribiendo mi siguiente libro, e irá sobre ti”
Nunca sabes el papel que cada persona va a ocupar en tu vida. Incluso aquellos que piensas que son parte del elenco de extras en tu película particular, pueden algún día retornar y convertirse en co-protagonistas (o antagonistas, quién sabe).
Yo hace poco vi cómo alguien que pasaba por mi vida de vez en cuando, de golpe se hacía un hueco entre el Top5 de las personas de las que más he aprendido, y que en este caso por suerte, sigo aprendiendo.
La que te voy a contar ahora quizás sea la más sencilla, fácil y clara lección que he sacado de todas las que llevo aprendidas (y apuntadas, no te creas que no) desde que apareció en mi vida como actor recurrente. A la vez, es la que más va directa a la base de todo. Me entenderás pronto.
¿Sabes esos momentos en los que piensas algo políticamente incorrecto, o te pillas por un segundo alegrándote por las miserias de otro, y dices “Dios, soy una pésima persona, menos mal que no había nadie para verlo”? Cuando los has vivido… ¿se lo has contado a alguien? ¿Has tenido miedo de que te juzguen? ¿De que piensen que eres, efectivamente, mala?
Mi latente miedo al abandono y al rechazo, en estas ocasiones, siempre me dice que me calle la boca. Que si lo digo en voz alta, esas personas dejarán de verme como una buena tía y pensarán que en el fondo siempre fui un fraude. Pero el otro día me armé de valor y vulnerabilidad y decidí contárselo a esta personita en particular.
-Te voy a contar algo.-dije -Pero es probable que cuando te lo cuente pienses que soy una muy mala persona.
-Bueno, te conozco lo suficiente como para saber que eres una bastante buena persona, así que por una cosa mala que me cuentes, no voy a dejar de pensarlo.
Reléelo un segundo. “Por una cosa mala que me cuentes, no voy a dejar de pensarlo”. Esto, tan simple como parece, es un mensaje que las personas que hemos sufrido muchas inseguridades hemos recibido completamente al opuesto.
“Sé perfectx todo el tiempo. Agradable todo el tiempo. Hacer favores todo el tiempo. Decir que sí todo el tiempo. Tus problemas nunca son más importantes que los suyos. Que no vean tus partes feas, o se irán.”
Harta de oír todos estos mensajes en mi cabeza, de repente veo, no solo en teoría sino en la práctica, que un defecto no hará que te tachen de inaceptable. O una cagada no te hará indigno de amor. O tener una época de un millón de errores porque estás perdido, no te convierte en una carga que nadie quiere.
Tener espacio para ser humano.
Me parece, simple y llanamente, un pensamiento revolucionario.
Y me doy cuenta de que con esta persona (igual que con un par más igual de cercanas), soy yo misma. No tengo miedo de exponer mis grietas, mis fallos, mis vergüenzas. Porque sé que para ellos soy un todo, y en ese todo, lo “malo” también entra.
Y es mucho más bello que esa versión “optimizada”, “perfecta”, y sobre todo tensa, de mí.
Júntate con las personas con quienes más cómodx te sientas… para ser tú mismx.